jueves, 20 de febrero de 2014

Luces para iluminar almas, almas para succionar luces

Fuiste la luz que me acompañó, me iluminaste hasta el punto en que encontré que esa luz era solo una imagen, como una fachada de lo que realmente eras, de toda la oscuridad de la que estabas hecho, entonces comencé a iluminarte a ti. El problema es que gaste toda mi energía intentando iluminar un espacio en tu alma que tu mismo nublas, pero seguí en el intento de traerte a la claridad de la hermosa mañana.

Un día miré alrededor y encontré que la luz que mi alma emite es mucho más clara y nítida que muchas otras, así comprendí que podía iluminar más lejos, pero que todo ese potencial se perdía en tu inmensa penumbra. Me alejé y fue doloroso no estar ante tu presencia, pero comencé a ver lo mucho que podía lograr y por primera vez en mucho tiempo me liberé de mi propia bruma, esa que me rodeaba desde una época lejana en la niñez.

Ahora te veo, diviso desde la distancia a tu alma ennegrecida atrayendo a los que convergen contigo, eres como un agujero negro, fascinante, misterioso, masivo y oscuro. Hoy elevo la mirada al cielo y agradezco ese momento de lucidez que me permitió entenderte y más aún entenderme.

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