viernes, 15 de agosto de 2014

Acoso sexual callejero

Esta entrada se sale de la temática usual del blog, sin embargo pertenece al sentido del mismo, ¡iluminar a alguien!.

Es usual en la ciudad de Cali, Colombia (y en la mayor parte de Colombia por no decir que en todo el país) escuchar y ver el acoso continuo de los hombres a cualquier mujer (puede ir cubierta de pies a cabeza igual hay alguien que algo obsceno le va a decir), es tan común que la gente enseña a sus hijas a ignorarlo y vivir con esa situación como si fuera una desventaja más de ser mujer, algo desagradable que nos acompaña desde el momento en que al nacer somos identificadas con el sexo femenino. 

Parte de mi formación y parte de mi carácter han hecho que ante tales atropellos responda con una prácticamente cátedra en donde el agresor termina al menos regañado, incluso con el paso de los años he comenzado a defender a mujeres que como yo son también agredidas pero que su instinto no les incita a defenderse, sin embargo, esta semana viví algo que me acercó a ese sentimiento de miedo, de mujer sumisa, de parálisis, de pánico.

Mi historia comienza una tarde soleada, iba caminando por la acera cerca a mi casa, exactamente iba del lado de la pared en un sitio muy concurrido, prácticamente frente a un paradero atestado de gente (Hombres y mujeres), cuando un hombre de entre 35 y 45 años venia caminando en sentido contrario, como la luz del sol estaba tan fuerte no lo percibí en mi campo visual sino hasta cuando comenzó a decirme obscenidades a unos 50 cm de distancia, no viene al caso especificar lo que me dijo, basta con decir que el tipo me tomo por su OBJETO sexual, pero la situación cambio de castaño a oscuro cuando pasé a ser su OBJETIVO sexual y se me acerco de manera tan brusca que me vi obligada a correrme a mi izquierda, quedando contra la pared, situación que él aprovecho para acercarse más, en ese momento mi sistema nervioso colapsó, ese segundo se convirtió en minutos y sentí real pánico.

La valentía y el orgullo se ocultaron detrás de mi dignidad, miré al tipo y este se había convertido, parecía mas animal que persona, de repente en un instante de claridad vi que mientras su mano derecha se acercaba a mi cara la mano izquierda no estaba levantada en ademan de tocarme, mas bien estaba estirada hacia abajo, seguí su recorrido hasta la mano y vi aferrada a ella una pequeña manita. La ira que me invadió fue mi salvación, el asco y el horror de la infamia de que ese padre acosara a una mujer delante de su hijo fue superior a el miedo y me sentí superior, grande y fuerte, levante mi cara, saque pecho y le grité con la voz mas potente y decidida que tengo: "¿Que le está pasando hijuep...?".

Y como definitivamente el que ataca a una victima "débil" no predispone que esta se va a defender, el tipo entró en pánico y se corrió hacia atrás, enseguida emprendí mi huida y me di cuenta que al menos unas 7 personas presenciaron la escena completa y se habían escandalizado más por la grosería que dije que por el comportamiento del tipo.

En el país del sagrado corazón aún predomina el machismo y gran parte proviene de la mismas mujeres, en donde por ejemplo aceptan felices la idea de que nos aíslen en un vagón diferente del Transmilenio como si fuéramos infecciosas, en donde la culpa es de la victima porque según reza la cultura popular la mujer es siempre la que provoca al hombre.

¿Qué sentirían esos "machotes" siendo testigos del mismo acoso a sus madres, esposas e hijas?, ¿Dónde se encuentra la línea que separa un piropo de una agresión?, ¿Hasta que punto tenemos la culpa las mujeres?. De la primera pregunta puedo decir que es mi recurso más usado para sermonear a los acosadores y tiene bastante efecto porque les cambia la cara de sonrisa burlona a una de vergüenza casi de inmediato. De la segunda pregunta puedo decir que esa linea es muy delgada, el límite no es claro, por eso soy fiel defensora de la cero tolerancia, en donde el respeto como individuo es el pilar. Finalmente, creo que las mujeres tenemos bastante culpa, no por ser mujeres, ni por provocar, sino porque siendo victimas de un ataque continuo no hemos hecho nada para remediarlo, porque nos hemos vuelto cómplices, porque lo permitimos, porque no nos apreciamos, porque debemos concientizar a ambos sexos de que somos iguales por lo que valemos, que nuestras diferencias físicamente notables tienen una razón y son suficientes para respetar el papel que cada sexo tiene en la sociedad.

Para terminar invito a todo aquel que lea esto a preguntarse: ¿Que sentiría en el papel de la victima?, ¿Cómo actuaria? y más importante aún: ¿Cómo debe actuar?, también los invito a compartir las respuestas a estas preguntas con otras personas, tal vez ayude a una mujer que no sabe como defenderse.